martes, 9 de febrero de 2010

Batalla contra el tiempo


(De Electro & Deos para Hechicero)

El reloj de arena se encontraba invertido desde el cambio de dinastía, ya nada era como antes… del feudo: el típico cántico sin alegría; amedrentaba la poca vida que el invierno tras su paso iba dejando.
Por los ventanales del palacio una sombra se extendía replegando cualquier intento subversivo; monocromático paisaje era el presente dejando atrás un pasado de gloria. Gloria que regresaría por una hazaña…

La nieve pintaba blanco todo hasta donde los ojos alcanzaban a ver. Vientos helados recorrían cada centímetro del cuerpo, haciendo que los pasos sean cada vez más difíciles de realizar, pero nada le importaba a él… seguía a pesar de la tormenta, por el anhelo de llegar a las murallas que lo protegerían.

De lejos lo miraba, su cuerpo no era el de años atrás; pero su espíritu era el mismo, intacto a pesar del paso del tiempo… podía verlo, como aquél que partió con la ilusión de poder regresar y dar a su pueblo lo que merecía; en sus ojos la misma bondad y el sueño de justicia…

Sentí alivio al notar que al fin consiguió ingresar a la ciudad y pudo refugiarse. Humildes campesinos lo recibieron alrededor de una pequeña fogata, dándole abrigo y alimento mientras compartía sus historias.

La noche cayó sobre ellos, pero a nadie le importaba en sus caras relucía la esperanza, esa que por largo tiempo no veía.

Entre las risas y murmullos, vi la sorpresa, perplejidad y silencio de los adultos al presenciar un truco y en los niños… ¡al fin! ese brillo que enciende los ojos por los sueños que tanta falta hacía.

El fuego, lentamente comenzó a apagarse, marcando el final de la noche sin estrellas, junto con el viento gélido… pasos… personas caminando a sus hogares; todos menos él… que permanecía en el mismo lugar.

La soledad envolvía el rostro del Hechicero, no lloraba pero sentía como su corazón apenas latía, como se deshojaban sus recuerdos, como su mirada se apagaba…
Recostándose sobre un viejo libro, abatido por el cansancio se rindió a las memorias. Llegó un manto de quimeras para arroparlo, protegiéndolo por el resto de la noche.

Tibios rayos del sol que apenas despuntaba, al abrir mis ojos el ya no estaba. Empecé a correr hasta llegar a la ciudad, en medio de la plaza ¡ahí estaba!, rodeado de niños como tanto a él le gustaba, oyendo sus sonrisas, mirando el brillo de sus ojos…

De pronto, el temor inundó todas las miradas, elipsis… entre las personas se abrió un camino por el arremeter de los guardias… se lo llevaban… y hasta mi llegaron las lágrimas.

Marché siguiéndolos, llegamos al palacio y agradecí ser lo suficientemente pequeña como para que no me vieran. Entramos a donde se encontraba la reina… me estremeció: la maldad de sus ojos, la forma en que lo miraba…
Por unos minutos todo fue silencio, mientras ella se acercaba.
- ¿Quién eres forastero?
- Soy una hoja arrancada por el viento, una hora que el reloj perdió cuando apresurado decidió seguir, soy tan solo quien ama a su pueblo, mi majestad.
Tras esas palabras, el silencio volvió a escena, con la quietud.
Podía: oír el latido de las personas presentes, su respiración, el rechinar de los dientes de la reina después de escuchar al Hechicero.

- ¡¿Acaso buscas morir? Eres joven aun, porque buscas desafiarme…!

El grito se hizo eco en el palacio… contemple al Hechicero, la tranquilidad lo rodeaba cuando dijo:
- Señora, no es esa mi intención, llegué a este lugar con el único fin de darles algo de felicidad…

La miré y en su rostro una despiadada sonrisa se dio lugar.
- ¡Ahora por eso morirás!
- ¡Como Reina, te ordeno Hechicero que mates los dragones de la montaña; antes de que el invierno acabe, sino todo lo que ves desaparecerá!
- ¡Guardias! Sáquenlo, denle una espada y que hoy mismo parta.

Y así fue… los guardias lo acompañaron hasta la salida del pueblo. La desesperanza del Hechicero era tangible, no sería capaz de matar a un animal sin motivo. Al tomar la espada su decepción creció y dolor era tan pesado que le costaba moverse.

No se por cuanto tiempo vagó por el bosque; sin saber que hacer, perdí la cuenta de los días, ¡ni siquiera sabía porque lo seguía! Pero… llegamos a una pradera donde ya casi no había nieve, el sol cada vez se hacia más calido indicando que el invierno acababa.

De los árboles una ráfaga, dulce aroma impregno el aire. Alguien tarareaba una canción, con una voz tan suave y alegre haciendo que me moviera al compás.

El Hechicero se detuvo de repente, advertí su mirada repleta de luz. Ella bailaba al compás del viento, moviéndose de tal forma que no mirarla se hacia imposible.
Vi como sus labios se curvaron, dando lugar a una sonrisa cuando sus miradas se chocaron…

Él estaba feliz, bastaba observarlo para saberlo. Acarició su libro y con ágil movimiento de éste sacó una flor, era perfecta, la más hermosa, no conocía nada que se le pareciera. La mujer lo miraba tan asombrada como yo, ante tan hermoso truco. Ella se quedo inmóvil, mientras él avanzaba…

El Hechicero extendió su mano, poniendo en las de la mujer la flor, tenía tantos colores, sin duda era única, era mágica.
- Ponle el nombre que quieras, le dijo.

Ella, contemplo la flor y luego los ojos del Hechicero.
- ¡Gracias!

Ella sonrió y él le devolvió la sonrisa.
- ¿Quieres comer o tomar algo? Te ves cansado - dijo ella.
- Te lo agradecería - contesto el Hechicero

Caminaron por el bosque sin decir nada. Al final de una barrera de árboles, había una cabaña. Era un lugar pequeño pero muy bonito, con un jardín cubierto de flores a pesar del frío, ¡había tantos colores allí!

Ingresaron a la cabaña, ella le sirvió comida caliente y un lugar para descansar. Él miraba todo lo que ella hacía y yo… yo les miraba sin que ellos lo supieran.

Después de terminar de comer, empezaron a hablar, el Hechicero le contó su historia. Pude ver como sus rostros cambiaron, como compartían la tristeza.
Ella lo quería ayudar, pero él no le permitía. Él no deseaba que la dañaran o que algo malo le pasara, pues sabía que no podría resistirlo.

Al día siguiente cuando llegó la alborada Hechicero tomó su libro, también la espada que tanto le lastimaba llevar, y se dispuso a seguir su camino; mas ella lo siguió sin que lo supiera.

Consiguió llegar a la montaña, no le quedaba mucho tiempo para cumplir con su misión. Empezó a escalar, hasta estar en la cima.

Cuando volteó para ver todo el camino recorrido, allí estaba ella… sin decir nada, tomo las manos del Hechicero y las coloco sobre su corazón.
Observe los ojos llenos de lágrimas de ella, su angustia, sus latidos acelerados tras al fin haberlo alcanzado…

El tiempo se detuvo por un instante y luego de un parpadeo, Hechicero estaba delante de ella para protegerla, las nubes cubrieron al sol, un manto de sombras viajó por el bosque, estalló un ciclón y en medio apareció la malvada reina.
- Tu batalla contra el tiempo ha terminado Hechicero, tardaste demasiado en llegar y ahora… ¡Yo controlaré a los dragones y haré que destruyan todo lo que amas! - dijo la reina.

Pude ver como el miedo corría por el cuerpo de la mujer que Hechicero protegía con todas las fuerzas que tenía, sentí como sus corazones latían al mismo ritmo, y en sus ojos lagrimas…
- No, lo conseguirás. Primero tendrás que acabar conmigo - dijo él.
Ella tomándole de la mano dijo…
- Con nosotros

Hechicero beso su mano, se puso delante de ella tomo su libro, mientras la reina se reía y los dragones empezaban a volar acercándose cada vez más a lugar donde estaban.
- Sacrificaré todo, menos a ti – dijo Hechicero

Y de sus ojos por primera vez una lágrima, se deslizó hasta el libro. Las hojas empezaron a correr hasta que se detuvieron.
- ¡Electro!

Un rayo traspasó las nubes, sintiendo el poder correr por su cuerpo Hechicero lo concentró en su mano…
- ¡Dejaré de ser un Hechicero, pero tú ya no podrás hacer más daño!

Lanzó todo su poder contra la malvada reina, fue tanto que no pude ver nada; solo oír su grito y después una tormenta de viento y polvo. Yo estaba lejos como para que el efecto me alcanzara; pero ellos quedaron allí, en medio de todo…

El polvo empezó a ceder y conseguir ver algo… un dragón los cubría con sus alas.
Cuando salió volando los vi, pude respirar aliviada de saberlos vivo.

Él la cubría con sus brazos, parecía tan frágil como ella. No era él de antes, estaba llorando y sus lágrimas se mezclaban…
- Gracias – le dijo el Hechicero susurrando

Entonces, un matiz de sensaciones rodeó la montaña, justo cuando el arco iris surgió detrás de las nubes, llegando hasta ellos en forma de un beso.

Los colores fueron tomando la tierra, volvían las aves para hacer sus nidos, los animales empezaron a despertar, al paso de la suave brisa que corrió por el bosque hasta alcanzar al feudo con la melodía de la primavera.

El reloj de arena volvió a correr como antes, ni rápido ni lento, sino al compás de los latidos, sueños cubrían praderas, encendiendo cada noche las estrellas…

FIN!!

1 comentario:

  1. Ya sabes que te sigo aunque a veces no comento...
    EL final me encanta como final:
    El reloj de arena volvió a correr como antes, ni rápido ni lento, sino al compás de los latidos.
    Saludos

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